La Fusión del Cielo y el Hombre.
«…El Hombre sigue las normas de la Tierra, la Tierra las del Cielo, el Cielo sigue al Dao y el Dao es espontáneo: se sigue a sí mismo (Ren Fa Di, Di Fa Tian, Tian Fa Dao, Dao Fa Zi Ran). Dentro del modelo hay un modelo, fuera de la fuerza hay más fuerza,el modelo sin modelo, las mil leyes retornan a su origen (a los ancestros). (Fa Zhong You Fa, Fang Wai You Fang, Fa Wu Ding Fa, Wan Fa Gui Zong).»
Antes aún que el Cielo y la Tierra ya existía un ser inexpresable.
Es un ser vacío y silencioso, libre, inmutable y solitario.
Se encuentra en todas partes y es inagotable.
Puede que sea la Madre del universo. No sé su nombre, pero lo llamo Tao.
Si me esfuerzo en nombrarlo lo llamo «grande». Es grande porque se extiende.
Su expansión le lleva lejos. La lejanía le hace retornar.
El Tao, pues, es grande y el Cielo es grande.
La Tierra es grande y también lo es el Hombre.
En el universo hay cuatro cosas grandes, y el Hombre es una de ellas.
El Hombre sigue la ley de la Tierra. La Tierra sigue la ley del Cielo.
El Cielo sigue la ley del Tao. El Tao sigue su propia ley, su propia espontaneidad.
En este capítulo Lao Zi define el Dao que es anterior y origen a todo lo manifiesto.
Ese Dao anterior al Cielo y la Tierra, fin y principio está relacionado con el principio de conservación de la energía que indica que la energía no se crea ni se destruye: sólo se transforma de unas formas en otras.
En estas transformaciones la energía total permanece constante.
Es decir, la energía total es la misma antes y después de cada transformación.
Doctor Hu Guang.
Traducciones de textos originales chinos por Nexus China en colaboración con Centre-Holistic.